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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Long Tall Sally

Contuvo las lágrimas al verse incompleta. El espejo reflejaba la radical alteración de sus formas tras el accidente; la prótesis, a pesar del fiel acabado realista, resultaba perturbadora enfrentada a la desnudez del cuerpo. Le resultó odiosa desde un primer momento, pero retomó su vida y le puso nombre para humanizar su condición de objeto inerte. Descubrió entonces nuevos placeres al hacer el amor sin la barrera natural que suponía la pierna cercenada; cuando agotaron las posibilidades de la situación empezaron a utilizar la pierna artificial en la cama, Sally. Ella la miraba con aprensión y él con curiosidad, pero Sally pronto acaparó las atenciones de su marido, que la custodiaba con celo cuando ella no la usaba. Se hicieron inseparables, y más todavía cuando su mujer se rompió el cuello al salir del baño; él la miró y Sally movió uno de sus delicados dedos en señal de aprobación.

Moloch, Oh Moloch

La sirena alertó de la sobrecarga de erratas. Un aullido espeluznante, que fue escuchado hasta el último rincón de la ciudadela, petrificó a sus habitantes. En el interior de la fortaleza la máquina Moloch se detuvo al instante; dentro de su hermético vientre de acero forjado cientos de oficinistas enlutados braceaban apremiantes en un mar de tinta, vapor, papeles y grasa. ¡Nadie lo ha notado!  gritaban en el secretariado inferior  ¡Hay tiempo para rectificar! les replicaban los comisarios del nivel superior. Moloch reanudó su marcha entre grandes quejidos mecánicos. Una coral de burócratas postrada ante las turbinas entonó una loa en comedido tono de júbilo administrativo. Los petrificados volvieron a la actividad. Nadie notó nada, excepto que el café se había enfriado más rápido de lo habitual y que las tostadas estaban quemadas, eso y una extraña sensación de haber vivido ya ese momento.