La luz lo cegó al abrir los ojos
y no recordaría nada de aquella noche ni tampoco de cualquier noche anterior.
El mentón de “kid” Sullivan se hizo pedazos antes de que sonara la campana del
tercer round. Y es que Pacheco “el Cubano” tenía el mejor gancho de Florida, el
sedante del hipódromo hizo todo lo demás; Sullivan quedó grogui sobre la lona
igual que un bistec de noventa kilos.
Los visito de vez en cuando en mi Cadillac. Ella se alegra como un cachorrillo, me dice "por los viejos tiempos", y se hace una coleta y hunde su cabeza entre mis piernas. Cuando acaba enciendo un habano y se guarda un par de billetes en su delantal mugriento, luego sale del remolque a limpiarle las babas al gigantón de noventa kilos que sonríe embobado. En verano su melena pelirroja es especialmente anaranjada, como en los viejos tiempos.
Los visito de vez en cuando en mi Cadillac. Ella se alegra como un cachorrillo, me dice "por los viejos tiempos", y se hace una coleta y hunde su cabeza entre mis piernas. Cuando acaba enciendo un habano y se guarda un par de billetes en su delantal mugriento, luego sale del remolque a limpiarle las babas al gigantón de noventa kilos que sonríe embobado. En verano su melena pelirroja es especialmente anaranjada, como en los viejos tiempos.
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