Lo que tenemos aquí es falta de comunicación, se acerca entonces para leer mejor mientras sujeta el pincelito. No se entiende, es otra vez un enredo. Luis trabaja en un peaje y su cabina es la última de la autopista mediterránea que todavía no ha sido mecanizada. No muy lejos de allí está su caravana, la que estacionara en un camping desmantelado hace ya diez años. La única gente que ve es la que alarga la mano para recoger el ticket, gente con gafas de sol, gente que no media palabra; en definitiva, gente que está de paso.
La carlinga amanece cada día repleta de caracoles; caracoles con letras pintadas en sus caparazones.
Forman palabras extrañas al apelotonarse en los cristales, gran parte de ellas —sino todas—impronunciables. Luis apunta algunas y deshecha el resto, intenta leerlas. De momento, sin resultado.
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