Nunca sale de casa y los vecinos
evitan la puerta; le teme a los teléfonos, al deporte y al gobierno. También teme
haber cometido algún crimen, aunque no lo recuerda, para el que ya han
reservado un severo y humillante castigo. Su corazón corre a toda prisa. Vive
en un susto permanente. Se oculta bajo una sábana y repara en algo que dijo
hace diez años, también en algo que le dijeron hace cinco; ya no duerme.
Vueltas y más vueltas. Es cuestión de tiempo que lo descubran ¡Culpable!,
¡Culpable! Arrastra sus cadenas casa arriba y casa abajo y acompaña su condena
de amargos reproches mientras los vecinos tiemblan de miedo. Pero lo cierto es que
nadie le busca, nadie le llama y la casa lleva décadas vacía; bajo la sábana no
hay siquiera un nombre, un código, una letra, un rostro: nada, nadie; tan sólo
el silencio de un secreto.
Comentarios
Publicar un comentario