Después de pensarlo mucho, se armó
de valor y saltó al vacío. La señora Holloway estaba enfundada y amordazada en
látex negro, sumergida en una bañera colmada de champán junto a su caja de
hierba. El señor Simmons contaba los cupones de descuento de unos grandes
almacenes. El pequeño Billy Boy imaginaba que era invisible. La autopista ardía
y el viento mecía las palmeras en llamas; era un viento cálido y maligno que
desenterraba los secretos. Cuando apretaba el collar de perlas entre los muslos
el champán se desbordaba y se mezclaba con la orina, de cinco, de diez, un
dólar, una pantalla de plasma, las bragas de la profesora son color rosa y
duerme sin sujetador.
Las cenizas descendían sobre los
callejones de la ciudad muerta cuando el ángel regresó a la cima con un
mensaje.
“Acaben con todos”
“Acaben con todos”
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