La sala estaba vacía y la casa a
medio vestir; otro camión con más muebles llegaría el jueves. Yukiko cocinaba cuando
reparó en que el buen Sasuke no había reclamado su habitual ración de pescado.
Se apresuró entonces hasta la puerta, que con las prisas de la mudanza había
olvidado cerrar, y salió corriendo hasta el parque. La primavera había llegado.
Los jardines estaban llenos de gentes celebrando el hanami. Buscó a Sasuke
durante un largo rato y no lo encontró. Preguntó desesperada y entre sollozos, buscó y rebuscó,
pero su gato no aparecía. Al regresar a su nueva casa se sintió muy sola y
desdichada. Los cerezos habían florecido y apenas los había mirado. Un
desconocido se presentó por la mañana llevando a Sasuke en brazos. La vieron buscarlo — dijo — pero acabó en mi tienda; después ha insistido en traerme hasta aquí… ¿Ha visto
ya este año las flores de los cerezos?
Tras una noche de insomnio, la SATOR VERTICAL evidenció fallos en el envasado de los saquitos de pistachos al punto de sal de 150g, que henchidos de aire y únicamente con un par de frutos dentro, se amontonaban en el extremo de la cinta transportadora. Por su parte, VENDOR S.L. envió a su técnico, que ni encontró falla en la envasadora ni mal reglaje: La máquina no duerme por las noches, detal ló en su informe. Muchos kilómetros después, aburrido en LA CARRETA, mesón habitual de la ruta hacia Cáceres, Eugenio Mancebo, técnico de VENDOR S.L., pinchaba con su mondadientes uno de los saquitos defectuosos y caía dormido al respirar su contenido. En lo profundo del sueño, la envasadora confesó su legítima aflicción: atornillada al cemento, solo conozco esta nave… estas bolsas al vacío. Al despertar, el técnico de VENDOR S.L., se frotó los ojos sin entender nada.
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