La sala estaba vacía y la casa a
medio vestir; otro camión con más muebles llegaría el jueves. Yukiko cocinaba cuando
reparó en que el buen Sasuke no había reclamado su habitual ración de pescado.
Se apresuró entonces hasta la puerta, que con las prisas de la mudanza había
olvidado cerrar, y salió corriendo hasta el parque. La primavera había llegado.
Los jardines estaban llenos de gentes celebrando el hanami. Buscó a Sasuke
durante un largo rato y no lo encontró. Preguntó desesperada y entre sollozos, buscó y rebuscó,
pero su gato no aparecía. Al regresar a su nueva casa se sintió muy sola y
desdichada. Los cerezos habían florecido y apenas los había mirado. Un
desconocido se presentó por la mañana llevando a Sasuke en brazos. La vieron buscarlo — dijo — pero acabó en mi tienda; después ha insistido en traerme hasta aquí… ¿Ha visto
ya este año las flores de los cerezos?
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