No es habitual coleccionar gafas, aunque sí lo es para para Mateo, muy miope de nacimiento. Sus primeras gafas fueron verdaderamente inapropiadas para una criatura, venían con unos cristales enormes y una montura gruesa, amarronada, que además de viejito lo hacían pasar por sabiondo, y eso si que no lo toleraba el tirano de la clase.
Con el aumento de años y dioptrías, fue acumulando muchas gafas diferentes; cambió la forma, el color, el material, pero ciertamente, ninguna de ellas le sirvió nunca para ver llegar los golpes.
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